domingo, 17 de mayo de 2009

Los saberes de mis alumnos

Los estudiantes de una de las escuelas donde trabajo utilizan internet como reservorio, generalmente para obtener información sobre temas de la escuela, música esel mayor uso, fotos cuando se da el caso (presentaciones) y video.
En el caso de los alumnos que trabajan, utilizan internet para obtener la asistencia técnica y profesional que requieren para desempeñar sus oficios. Crean presentaciones, producen videos con las herramientas de office (movie maker). Comparten sus propias presentaciones. No colaboran en redes sociales. Sobre compras y ventas, solo uno utiliza este medio.
Estrategia:
1. Para dinamizar, trabajaremos en el laboratorio de computación media hora cada semana, por pares, (al principio las duplas serán seleccionadas por la docente a fin de crear zonas de desarrollo próximo).
2. Aquéllos con más experiencia en búsqueda por internet preparan tips para todo el grupo;
3. Aquéllos que hayan realizado compras/ventas, enseñarán a todo el grupo en una exposición.
4. Con un tema en específico, los alumnos aventajados en movie maker enseñarán a sus compañeros, ya sea en tríos o duplas, a realizar un video para subir a un blog del clase, que será creado por los propios alumnos y en donde se subirán las demás producciones.
5. Se pondrá a concurso (puntos) al equipo que demuestre una innovación en el uso de internet, por medio de cualquier recurso empleado.

Esta es la estrategia que propongo en concordancia con los postulados de Jordi Ardell y para alcanzar un uso realmente democrático de la Web como se considera en el recurso La Web 2.0: la revolución social en Internet y en La Web 2.0.

sábado, 16 de mayo de 2009

Mi confrontación con la docencia

Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación, egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Durante mi carrera, observaba a mis profesores y durante dos años fui adjunta de dos maravillosas maestras. Son de esas experiencias que nos marcan por la entrega, pasión y profesionalismo de las titulares.
Durante el tiempo que duró la carrera, daba clases de música (música suena pretencioso, debo decir cantos y juegos) en un jardín de niños que con el tiempo creció y se convirtió en primaria; luego en secundaria y hoy ya tiene preparatoria.
En esta escuela conocí lo que es el compromiso con la docencia: la directora se encargaba de que cada uno de nosotros, desde nuestra especialidad, creciéramos como personas y como profesores.
Andando el tiempo, y después de pasar por diversos medios de comunicación escritos y radiofónicos, tuve a mis hijos. En ese momento decidí que andar correteando personalidades del mundo diplomático – esa era mi fuente periodística—no me permitiría ver crecer a mis vástagos, una hija y un par de gemelos.
La docencia se me presentó como una oportunidad para desarrollarme y una noble actividad que permite a las mujeres trabajar y atender a su familia.
Pero como toda profesión, requiere actualización. Primero regresé a la escuela de mis amores como profesora de Español en secundaria, algunas horas de cantos y juegos en jardín. En esta época tomé el curso de Nivelación Psicopedagógica en el Centro de Actualización del Magisterio. Fue maravilloso, como si siempre hubiera pertenecido al ámbito de la docencia. Me di cuenta de mis aciertos y mis errores, corregí aquéllos que pude y traté de planear mejor mis clases.
Todo fue empezar: después vino un curso de Programación Neurolingüística y Educación, otro de Coaching educativo.
Finalmente, cuando ingresé a la Unitec, participé en diversos cursos de formación docente, que me impulsaron a tomar una maestría en la especialidad.
No todo ha sido coser y cantar. La tecnología se me había negado –o yo me había negado a ella—hasta hace dos años que inicié los estudios de posgrado. Todavía me maravillo cuando la computadora hace lo que yo quiero sin sobresaltos; cuando nos podamos comunicar desde tan lejos; y cuanto más la conozco, más me convenzo que es un camino, de entre tantos otros, que podemos elegir para profesionalizarnos.
Aunado a lo anterior, la destreza digital de los alumnos es superior a la nuestra. Eso ocasiona cierta minusvalía cibernética entre los profesores, quienes nos sentimos torpes frente a ellos.
Yo los y las invito a ver esta oportunidad de formación como una verdadera opción de crecimiento: la tendencia mundial es a desarrollar el mayor número de cursos en línea, y mientras mejor preparados estemos los docentes en este camino, mejores oportunidades tendremos en nuestra vida profesional.
Hasta la siguiente.

La aventura de ser maestro

Sin duda, la mejor expresión que se puede escuchar en un salón de clase es cuando un alumno dice: “¡Ah, es por eso!” y a lo lejos se escucha como “un veinte” cae en su lugar, hablando figurativamente.
La lectura de José M. Esteve me invita a reflexionar sobre aquellos Maestros, con mayúscula, que nos sembraron la duda, que nos hicieron pensar más allá del aula, nos instaron a investigar como resultado de una palabra, una frase, un libro que nos dejaron leer. En una frase: “nos hicieron pensar y sentir”, parafraseando a Miguel de Unamuno.
José --permítaseme llamarlo así, tan cercano lo sentí—me hizo recordar el primer día que di clases en la UNITEC: me puse y me quité 20 veces los lentes en el transcurso de dos horas. Ojo, no los necesito para ver, solo para leer. Pero pensé que si entraba con ellos me daría un aire un poco más intelectual. Resultó lo contrario: al salir escuché a dos alumnos comentando que seguramente estaban muy sucios mis anteojos.
Algunos puntos que rescato de esta lectura:
1. Enseñar es aprender dos veces. Un profesor no sale del aula igual que cuando entró: se lleva tarea a casa, un pensamiento, una idea, una mirada… La intención de mejorar o cambiar el material con el que trabaja.
2. Existen Maestros que “piensan y sienten y hacen pensar y sentir”. Rescato a aquellos profesores comprometidos y congruentes con sus ideas.
3. Algunos de los problemas a los que se enfrentan los profesores –y en algún momento nos hemos topado nosotros—son compararnos con el ideal de supermaestro, devaluando nuestro desempeño; impartir clases sin alguna formación docente que nos permita facilitar la comunicación e interacción, y aterrizar contenidos y actividades; desconocer que nuestro principal objetivo es estar “al servicio del aprendizaje de los alumnos” y no al revés; la desvalorización de la profesión docente frente al despliegue burocrático de algunos de ellos; conservar la disciplina sin menoscabo de un ambiente nutritivo de aprendizaje.
4. Los retos: encender el deseo de saber entre los alumnos; ganarse la libertad de estar a gusto en clase; dominar técnicas de comunicación no verbal para manejar los ambientes presenciales de aprendizaje, así como definir funciones, delimitar responsabilidades, razonar y dialogar con los alumnos; adaptar los contenidos al nivel de conocimientos de los alumnos.
Muy por encima de estos aspectos que me parecen primordiales, está el orgullo de ser profesor, maestro. Aun cuando nuestra profesión se ha devaluado ante la sobrevaloración del poder y el dinero, me siento orgullosa de decir: “Soy maestra” y me sigo preparando.