sábado, 16 de mayo de 2009

La aventura de ser maestro

Sin duda, la mejor expresión que se puede escuchar en un salón de clase es cuando un alumno dice: “¡Ah, es por eso!” y a lo lejos se escucha como “un veinte” cae en su lugar, hablando figurativamente.
La lectura de José M. Esteve me invita a reflexionar sobre aquellos Maestros, con mayúscula, que nos sembraron la duda, que nos hicieron pensar más allá del aula, nos instaron a investigar como resultado de una palabra, una frase, un libro que nos dejaron leer. En una frase: “nos hicieron pensar y sentir”, parafraseando a Miguel de Unamuno.
José --permítaseme llamarlo así, tan cercano lo sentí—me hizo recordar el primer día que di clases en la UNITEC: me puse y me quité 20 veces los lentes en el transcurso de dos horas. Ojo, no los necesito para ver, solo para leer. Pero pensé que si entraba con ellos me daría un aire un poco más intelectual. Resultó lo contrario: al salir escuché a dos alumnos comentando que seguramente estaban muy sucios mis anteojos.
Algunos puntos que rescato de esta lectura:
1. Enseñar es aprender dos veces. Un profesor no sale del aula igual que cuando entró: se lleva tarea a casa, un pensamiento, una idea, una mirada… La intención de mejorar o cambiar el material con el que trabaja.
2. Existen Maestros que “piensan y sienten y hacen pensar y sentir”. Rescato a aquellos profesores comprometidos y congruentes con sus ideas.
3. Algunos de los problemas a los que se enfrentan los profesores –y en algún momento nos hemos topado nosotros—son compararnos con el ideal de supermaestro, devaluando nuestro desempeño; impartir clases sin alguna formación docente que nos permita facilitar la comunicación e interacción, y aterrizar contenidos y actividades; desconocer que nuestro principal objetivo es estar “al servicio del aprendizaje de los alumnos” y no al revés; la desvalorización de la profesión docente frente al despliegue burocrático de algunos de ellos; conservar la disciplina sin menoscabo de un ambiente nutritivo de aprendizaje.
4. Los retos: encender el deseo de saber entre los alumnos; ganarse la libertad de estar a gusto en clase; dominar técnicas de comunicación no verbal para manejar los ambientes presenciales de aprendizaje, así como definir funciones, delimitar responsabilidades, razonar y dialogar con los alumnos; adaptar los contenidos al nivel de conocimientos de los alumnos.
Muy por encima de estos aspectos que me parecen primordiales, está el orgullo de ser profesor, maestro. Aun cuando nuestra profesión se ha devaluado ante la sobrevaloración del poder y el dinero, me siento orgullosa de decir: “Soy maestra” y me sigo preparando.

3 comentarios:

  1. Sin duda la profesión del magisterio es de lo más complejo lo que permite un desarrollo sin analogía, sin embargo es también la profesión que se le valoriza poco aún por los propios. Muchos trabajan como maestros por no haber encontrado empleos propios de su preparación, otros aunque estudiaron para maestro lo hicieron sin vocación, son escasos aquellos que se dedican de manera profesional, es decir, de manera sistemática y ordenada al magiaterio a ellos los homenajes y los reconocimientos, porque tienen en sus manos la prosperidad del país, sobre todo si se ponen en manos de Dios.
    Que te bendiga.
    Abraham Cabrera

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  2. Adriana:quiero escribirle que me he conmovido y además identificado con lo que tan emotivamente escribe sobre el "Ser maestro".
    Tambien comparto los retos que plantea y el orgullo de serlo...ah¡ sobre los 20 años...entonces yo reciéb acabo de cumplir los 25.
    Saludos afectuosos.

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  3. Maestra Adriana
    Que interesantes y reflexivos cada uno de los puntos que menciona, estos nos llevan a una transformación diaria y una actualización y mejora continúa para el beneficio de nuestros alumnos.
    Reciba un cordial saludo

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